¿El viaje?
Una metáfora. Creo que la vida de cierta manera es un viaje, ¿no?
Viajar, vivir, desplazarse geográficamente.
Para mí, viajar representa una forma de felicidad y también de rebeldía; defender el no pertenecer como un fin. Proponerte no pertenecer me parece una aventura, de las más felices.
El viaje también es una fuente de tranquilidad, de desapego; casi de disciplina ascética a la cual aspiro. Lo veo como un ejercicio; no el viaje turístico, sino el viaje comprometido, el de ir, conocer y alejarte de tu centro. Al final, seguimos escribiendo círculos; aunque estemos muy lejos, nos volvemos a acercar al origen. Sí, veo al viaje como una disciplina de ejercicio, puntual, espiritual. Te obliga a acercarte a ti mismo, a conocerte un poco mejor.
Siempre recuerdo una parábola que Paul Bowles cita en uno de sus libros. Hay un santón en la orilla de mar. Agarra un vaso, toma agua del mar y lo pone sobre una roca. Les pregunta a sus discípulos ¿el agua es la misma? Allá abajo está agitada y aquí tranquila, díganme porqué. Nadie le responde. Esa agua está tranquila porque salió de su lugar de origen. Hay algo de eso; aunque uno esté en movimiento, logra una quietud interior por estar lejos de la cuna.
Comencé a escribir en serio cuando empecé a viajar. A mí viajar me predispone a escribir, sobre todo cuando los viajes son de verdad.
Rodrigo Rey Rosa
Conversación con 360º
Archivo General de Centro América,
Ciudad de Guatemala, 13 de febrero de 2012.
Rodrigo Rey Rosa, escritor, traductor y viajero guatemalteco, Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2004, ha publicado entre otras obras:
El cuchillo del mendigo, 1986. Cárcel de árboles, 1991. El salvador de buques, 1993. Con conco barajas, 1996. Lo que soñó Sebastián, 1994. El cojo bueno, 1996. Que me maten si…, 1997. Ningún lugar sagrado, 1998. La orilla africana, 1999. Piedras encantadas, 2001. El tren a Travancore (Cartas indias), 2001. Caballeriza, 2006. Otro zoo, 2007. Siempre juntos y otros cuentos, 2008. El material humano, 2009. Severina, 2011.
Agradeceré a Rodrigo Rey Rosa haberle puesto palabras a inquietudes que han rondado mi cabeza, cada vez que me dispongo a empezar de cero, a dejarlo todo, a caminar ligero. Gracias.