de pequeños pasos
y grandes saltos
A dos años de la masacre de San Fernando, Tamaulipas
El 21 de agosto de 2012, en Guatemala, «el Tribunal Primero A de Mayor Riesgo condenó a setenta años de prisión al exjefe del Comando Seis de la extinta Policía Nacional, Pedro García Arredondo, por la captura, tortura y desaparición forzada del estudiante universitario Edgar Saénz Calito, en 1981.» «El represor García Arredondo también enfrentará juicio por su presunta participación en el incendio de la embajada de España en Guatemala, el 31 de enero de 1980.»
Ese mismo día, en la Ciudad de México, «el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional la fracción II del artículo 57 del Código de Justicia Militar, que detalla los delitos que son considerados en contra de la disciplina militar». La histórica decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación «para que el caso del indígena guerrerense Bonfilio Rubio Villegas, asesinando en un retén del ejército, sea juzgado en el orden civil y no en el militar» «debe sentar un precedente obligatorio para todos los casos de violaciones a los derechos humanos».
«Una decisión histórica que da reconocimiento a las víctimas que alzan la voz contra los abusos de las fuerzas castrenses», declaró Santiago Aguirre, abogado del Centro de Defensa de los Derechos Humanos de la Montaña (CDHM) Tlachinollan.
De pequeños pasos y grandes saltos están poblados estos días. Pequeñas y grandes herencias. Un camino difícil frente a la obecación de quienes, ante el sentido común de la justicia colectiva, prefieren nublarse la mirada. Pasos que hemos podido recorrer gracias a nuestros muertos, a las familias que han levantado su voz, a una nueva generación de jóvenes abogados, a nuestra sociedad civil. A todos los que han hecho posible estos pequeños y grandes cambios, gracias.
Hoy no es felicidad, es justicia.