«El fuego crepita, alguien echa más leña, la luz y el calor de las llamas avivan el pensamiento, despiertan la imaginación. Esas reuniones en que se narran historias son casi inconcebibles sin un fuego ardiendo en las proximidades o sin que la luz de una vela o de una lamparilla disipe la oscuridad…» «La luz del fuego atrae y compacta el grupo, libera sus mejores energías. La llama y la comunidad. La llama y la historia, la llama y la memoria. Heráclito, anterior a Heródoto, consideraba el fuego protocomienzo de la materia toda, la primera sustancia: todo decía, igual que el fuego, está en perpetuo movimiento, todo se apaga para luego volver a arder. Todo fluye, pero al fluir se transforma. Lo mismo sucede con la memoria.»
Ryszard Kapuściński
Viajes con Heródoto