Ballet Teatro del Espacio
Memoria
México
«Después de que el Ballet Teatro del Espacio bajó el telón, no admití su forzada desaparición. Con coraje y amor me enfrenté a desafiar el frecuente destino de la danza: EL OLVIDO.»
Gladiola Orozco
(Memoria. Programa de mano)
Homenaje de la Danza a la Danza, a su Memoria, al No Olvido.
Presentación del libro «Memoria. Ballet Teatro del Espacio y sus antecedentes»
de Gladiola Orozco.
Con la participación de : Cuarteto Aurora; Vera Koulkova, Madalina Nicolescu, Sona Poshotyan, Camelia Goila, Claudia Salinas, Felisa Hernández, Luz María Frenk; Solange Lebourges, Beatriz Madrid, Miguel Mancillas, Marco Antonio Silva, Carlos Zamora, Edylin Zatarain, Belem Rodríguez, Dan Zlotnik, Nejemye Tenenbaum, María Cristina García Cepeda, Jorge Alberto Lozoya, Salvador Vázquez Araujo, Jessica Sandoval, David Attie, Maurice Dejean, Cuauhtémoc Nájera, Yonatan Mendelsberg, Gustavo Lara, Juan Carlos Bonilla, Úrsula Vázquez, Éricka Palomino, César Reyes, Héctor Liceaga, un Palacio de Bellas Artes repleto y la mestra Gladiola Orozco.
«Ballet Teatro del Espacio fue una compañía de danza contemporánea dirigida conjuntamente por Gladiola Orozco y Michel Descombey, cuyo propósito fundamental fue realizar un arte contemporáneo abierto a las diferentes corrientes artísticas y técnicas de nuestro tiempo», cita el programa de mano de la noche.
Después de poco más de cuarenta años de existencia, creación y formación de generaciones de coreógrafos e intérpretes, en 2009, el INBA decidió retirar el apoyo del Estado a la compañía Ballet Teatro del Espacio, sin entrevistarse previamente con sus integrantes, dialogar, conocerlos, proponerles nuevos ciclos y alternativas para que continuara la creación escénica; condenando a la compañía a desaparecer. Cual terrible presagio de la importancia de la cultura para una burocracia cultural que vive de ella sin saber de ella, es la imagen de la sede de una compañía de danza con más de cuarenta años de experiencia convertida en un estacionamiento, hoy, en la Zona Rosa de la Ciudad de México.
Alida Piñón, periodista de El Universal recoge las palabras de Miguel Mancillas en el escenario: «La existencia misma del Ballet Teatro del Espacio, este libro lo corrobora, justificó que existieran instituciones de cultura y, paradójicamente, se cerró por una razón no artística, sino por argumentos burocráticos y administrativos. Perdimos así ese maravilloso espacio que dio vida a tanta gente. En aquél entonces se lo dije al maestro: mi generación debió respaldar el esfuerzo de quienes nos dieron el presente. Los años seguirán pasando; es evidente que si no aprendemos de esto, el futuro será temible. Mi deuda está en combatir el olvido.»
Combatir el olvido para poder construir un futuro. De ahí la importancia de este homenaje de la danza, el arte y la cultura, a la danza, el arte y la cultura, a su tenacidad, permanencia y futuro. Fue un homenaje de la gente a la gente, más allá de las instituciones, con los recursos de la gente, en un espacio simbólico que es de la gente; de todo el pueblo de México.
Mientras las instituciones gubernamentales, y por su carácter intrínseco con más razón las de la cultura, las artes y la educación, no sean capaces de reconocer los errores del pasado y el presente, el sentido de proceso, de manera autocrítica, profunda, constructiva y justa, las posturas oficiales, por más bien intencionadas, sonarán huecas, vacías, carentes de franqueza histórica: el victimario homenajeando a la víctima, o como varias voces expresaban en el Palacio: «una vez muerto, se le festeja». Esto no es casual en la construcción de una hegemonía cultural que no busca necesariamente la verdad y la justicia histórica como ejes de la cultura. De ahí que no sea accidental que calles, plazas y avenidas con nombres de víctimas y sus respectivos victimarios, de la Revolución, por ejemplo, se entrecrucen; que se decrete la bandera nacional a media asta los 2 de octubre de todos los años y no se pueda nombrar oficialmente a los culpables; que oficialmente se lamenten tantos «errores», «daños colaterales», «exabruptos» al mismo tiempo que se omita investigar y designar responsabilidades y repercusiones. Así también se construye la cultura, la de la impunidad, pequeña o gigante; la que se edifica con el doble discurso: el de la zancadilla y la palmada en la espalda.
Esta noche, quedó de manifiesto que, más allá de esa herramienta que debería significar la institución cultural para todos, se construye cultura, memoria, perspectiva, con profunda tenacidad, todos los días, desde la resistencia al olvido.
Por eso fue tan importante, emotivo y simbólico este homenaje de la gente a la gente de danza; al Ballet Teatro del Espacio y su legado, que finalmente trasciende de una u otra manera, como lo hace el pasado, en tantas otras propuestas hoy.
Presentación del libro «Memoria. Ballet Teatro del Espacio y sus antecedentes» de Gladiola Orozco.
Palacio de Bellas Artes,
Ciudad de México, 9 de julio de 2016.
Fotos: Ricardo Ramírez Arriola / 360gradosfoto
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