El Águila de la Revolución
sigue extendiendo sus alas:
Raquel Tibol
La Maestra Raquel Tibol, crítica, historiadora de arte, periodista, promotora y cronista cultural, fue la encargada de inaugurar el pasado 29 de marzo de 2011, el Auditorio del Museo Soumaya en la Ciudad de México, con la conferencia “Rosa Luxemburgo y el Día de la Mujer Trabajadora”.
Breves apuntes entre foto y foto.
Antes de iniciar la conferencia, Tibol felicitó al arquitecto mexicano Fernando Romero, por el diseño del nuevo Museo Soumaya, del que expresó: «A mí me gusta más que el de Bilbao. Tiene una línea sencilla pero compleja. Una línea dinámica.» Afirmó que nombrar y celebrar todo el mes de marzo como el mes de la mujer “le quita un poco el polvo a un feminismo que se conforma con una celebración chiquita, de sólo un día, por ser mujer. Debería celebrarse a la mujer todos los días, cuando tiene un hijo, por sus éxitos, cuando tiene un buen amante.”
Raquel Tibol recordó en un hermoso y profundo texto, la lucha de las mujeres trabajadoras en la industria textil de Nueva York en 1857, en su exigencia por la reducción de las jornadas laborales de trece a diez horas; la Conferencia de la II Internacional, en agosto y septiembre de 1910 donde Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo propusieron que se estableciera el 8 de marzo como un día de solidaridad con la lucha de todas las mujeres, por el progreso social, la paz y en contra de la guerra. Era una época, comentó Raquel Tibol, donde las mujeres bellas en su juventud, a los treinta años ya se veían viejas y enfermas. Eran los años en que las mujeres campesinas del Valle del Po en Italia, acompañaban su trabajo y sus luchas cantando Le otto ore, exigiendo reducir la jornada laboral de trece a ocho horas.
En México el 8 de marzo se celebró por vez primera en 1932 como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En los Estados Unidos en cambio, pasó sin mayor relevancia hasta 1967.
Con su texto, Tibol nos fue llevando por la intensa vida de Rosa Luxemburgo a través de Polonia, Suiza y Alemania. Mujer polaca, judía asimilada, que nació en 1871, la vida de Rosa Luxemburgo estuvo marcada, como la de Frida Kalho, por una enfermedad de la cadera mal diagnosticada como tuberculosis, que fue degenerándose gradualmente, y que, sumado a sus orígenes, profundizó la discriminación a la que se enfrentó.
Admiradora del poeta Adam Mickiewicz, de la música de Mozart y Beethoven, de la pintura de Tiziano y Rembrandt. Fascinada por las matemáticas, la botánica, el coleccionismo y el orden. Amante de su feminidad, Rosa Luxemburgo se peinaba cuidadosamente para arriba para aumentar su estatura y se definía a sí misma como una colección de protuberancias. Gran aficionada a las grandes caminatas, dividía a la humanidad entre buenos y malos caminantes. Amante de la intimidad, soñaba con viajar a países lejanos de África y América, aunque lo más lejos que llegó fue a Córcega. Mujer de una profunda inteligencia, crítica, analítica y cuestionadora. Para Rosa Luxemburgo cualquier cosa que fuera rutinaria o mecánica estaba en franca desventaja ante ella.
A través de Rosa Luxemburgo, Raquel Tibol nos fue ilustrando la vida y la lucha política en Europa a principios del siglo XX, las discusiones en el seno del movimiento obrero y la izquierda europea. Con gran sentido del humor y puntuales guiños irónicos, Tibol fue destacando la similitud y coincidencia de acontecimientos, posiciones, contradicciones, discusiones y desafíos vividos por Rosa Luxemburgo y sus contemporáneos con la actualidad política y social de México y el mundo. Hizo referencia a Madonna, a Obama, a la discriminación hacia los pueblos indígenas, y también los vaivenes de los políticos mexicanos en su búsqueda de alianzas con fuerzas antagónicas. Raquel Tibol fue contando acerca de la participación de Rosa Luxemburgo en los Congresos de la II Internacional, en el Partido Social Demócrata del Reino de Polonia, de su primera publicación: La Polonia independiente y la causa de los obreros, en 1895. Las fuertes discusiones sostenidas con Lenin alrededor del tema del nacionalismo al que Rosa Luxemburgo definía como «el refugio de la clase media» y medio para afianzar a la burguesía. Su constante llamado a la crítica, la autocrítica y a la discusión así como su advertencia de que «la oposición al socialismo puede provenir no de la debilidad sino de la fuerza del intelecto».
En 1897, en Zurich, Rosa Luxemburgo se graduó de Doctora en Derecho con la tesis: El desarrollo industrial en Polonia, primer análisis económico fundamentado en contra del nacionalismo. En 1898 se trasladó a Berlín, donde publicó Reformismo o Revolución, en 1900. Rosa Luxemburgo a quien llamaban “El intrépido Tábano de Zurich” no cejó en su crítica a la doble moral de la izquierda, reflejada en sus esfuerzos por erradicar a los «oportunistas de izquierda» al mismo tiempo de no hacer nada para erradicar a los «oportunistas de derecha». Mujer de una gran franqueza, expresó «no tengo la intención de limitarme en la crítica» por ser un incentivo constante para todo el movimiento. Fue contraria al secreto político por considerarlo un acto inmoral. Militante, agitadora, fue encarcelada en varias oportunidades por sus ideas.
En 1912, Rosa Luxemburgo publicó su obra magistral: La acumulación del Capital. Una contribución a la explicación económica del imperialismo, texto que, junto a El Capital, es considerado como «una de las contribuciones más originales a la doctrina económica marxista», expresó Tibol.
En la panorámica de una mujer profundamente humana, Raquel Tibol compartió fragmentos de las cartas personales de Rosa, mensajes amorosos y sueños. Y de nuevo la cárcel. De acusada se convirtió en acusadora del régimen alemán con su defensa Militarismo, guerra y clase obrera. Rosa Luxemburgo defendió desde la cárcel su oposición a las formas prefabricadas en la política y las ideas, afirmando que » el socialismo no puede hacerse ni se hará por encargo» y la aceptación acrítica, más que conveniente es peligrosa para el movimiento obrero. En medio de la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Clara Zetkin entre otros, organizaron el movimiento revolucionario marxista Liga Espartaquista (Spartakusbund). En 1918 fue liberada. Tenía 48 años. La cárcel había dejado profundas huellas en su físico. Continuó escribiendo en el periódico Bandera Roja, convencida de que una sociedad sin crítica y propuestas es una sociedad condenada a no renovarse. En esos días se combatía en las calles de Berlín. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, perseguidos, escribieron sus últimos artículos: El orden reina en Berlín y A pesar de todo, respectivamente.
El 15 de enero de 1919, a las nueve de la noche aproximadamente, Rosa y Karl fueron detenidos por un grupo de soldados y trasladados al Hotel Eden en el centro de Berlín. En el primer piso de ese establecimiento fueron sometidos a interrogatorios, y posteriormente golpeados brutalmente en la cabeza con la culata de los fusiles militares. Aún con vida fueron arrastrados a otra habitación donde fueron asesinados con el tiro de gracia del oficial al mando. Sus cuerpos fueron lanzados posteriormente a las aguas del río Spree en Berlín.
A Raquel Tibol se le entrecorta la voz, y profundamente emocionada sentencia: «el Águila de la Revolución sigue extendiendo sus alas».
En el momento de despedirse, la Maestra Tibol afirmó: «No era mi deseo que ustedes, hoy, estuvieran de acuerdo con las ideas expuestas. Mi intención era que conocieran a la mujer más notable de la revolución.» Finalmente agradeció al Grupo Carso, a Carlos Slim y a Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya por la invitación a inaugurar el recinto con una conferencia sobre Rosa Luxemburgo, lo cual promete para ese nuevo Auditorio un espacio para el libre intercambio de ideas.
Auditorio Museo Soumaya, Ciudad de México, 29 de marzo de 2011.
En La Jornada Merry MacMasters: Raquel Tibol: el águila de la revolución sigue extendiendo sus alas en pleno vuelo