Encarar la historia, en su más compleja dimensión;
en tiempos turbulentos, de riesgo, amenazas, guerras, transformaciones, sueños, cambios, reflujos, reafirmaciones, abismos, estancamientos, reinvenciones…no es poca cosa en la vida de un hombre y de un pueblo.
Encarar la historia sin quedarse en la comodidad de la palabra;
para más bien escribirla con la genialidad y la generosidad del ser revolucionario, la profundidad de una mirada inteligente, brillante y coherente, y la limitante común de todo ser humano enfrentado con los retos de congeniar su tiempo cronológico y generacional, con la guerra, la revolución, las objetividades y las subjetividades, los cambios anhelados, a prueba y en construcción…ha sido el desafío inmenso asumido. No es poca cosa.
Un gigante, sin duda, llamado a trascender como pocos; un estadista en toda la dimensión de la palabra, un político necesario e imprescindible en los más impensables horizontes; pieza clave para imaginarse una realidad distinta a la aplastante y dolorosa unipolaridad y uniformidad gris que marcó no sólo a este continente.
Más allá de las banderas y las fronteras, son pocos los que dejan una huella tan profunda, que seguirá siendo referente y objeto de admiración, a veces inconfesa, incluso en enemigos y adversarios.
Es la huella que deja en este horizonte, intentar ser congruente.
Gracias Fidel.
HLVS
Foto: Alberto Korda