Homenaje desde la Danza mexicana a la XII Caravana de Madres centroamericanas
que buscan a sus Hijos desaparecidos en su tránsito por territorio mexicano y al Movimiento Migrante Mesoamericano.
Teatro Raúl Flores Canelo, Ciudad de México, 26 de noviembre de 2016.
Un homenaje desde la danza. Una Travesía colectiva
· Hace cuatro días, una madre nos mencionó en el Hemiciclo a Juárez:. “Esta energía que nos brindan los mexicanos con su bienvenida, es una energía que nos va a durar todo el año. En Honduras estamos solas en la búsqueda.”
· Hace dos días, todos los asistentes al teatro, que homenajeábamos a las madres, padres y familiares, seguramente nos preguntamos: ¿Qué hacemos con el dolor?
· Ayer una madre me dijo: “El llanto no es debilidad. Es nuestra fortaleza”.
El 26 de noviembre, se realizó en el Teatro Raúl Flores Canelo, el homenaje desde la Danza mexicana a la XII Caravana de Madres centroamericanas que buscan a sus Hijos desaparecidos en su tránsito por territorio mexicano.
Fue una experiencia fuerte, intensa, conmovedora, cuestionadora, dolorosa, hermosa. La mayoría de las madres, padres y familiares integrantes de la Caravana, provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, por primera vez acudieron a un teatro y presenciaron una función de danza contemporánea, en este caso una coreografía precisamente sobre la migración, una obra precisa y contundente.
A partir de la temporada de “Travesía”, la Danza mexicana se organizó con el fin de rendir un homenaje en el escenario al ejemplo, la tenacidad y el valor de las madres, padres y familiares centroamericanos que buscan a sus hijos desaparecidos en México, así como al Movimiento Migrante Mesoamericano, iniciativa surgida desde la sociedad civil mexicana, que con su incansable labor ha organizado durante doce años las Caravanas de madres, ha buscado migrantes desaparecidos y ha conseguido, sin mayores recursos pero gran decisión, el reencuentro de más de 250 familias, que en el marco de la migración, habían quedado separadas e incomunicadas, incluso hasta 30 años, ya sea por desastres naturales, víctimas de trata, incomunicación, persecución, temor…
Eva Yaneth, José Ricardo, Dulce Verónica, Norma, Marta Isabel, Héctor Felipe, Petronila, Isidora de Jesús, Emilia, Guadalupe, Doris Yamilet, Reyna Isabel, Ángela,
Ángela Orfilia, Sonia María, Nohemy, Reyna Elizabeth, Rosa, Irma Yolanda, Marta Julia, Samuel, Juan David Rafael, Manuela de Jesús, María Catalina, Norma Yanet, Oneida Isabel, Anita Guadalupe, María Elena, María Mercedes, Hilda Luz, Walter Omar, María Gloria, María Elena, Liliam Hortensia, Reina Isabel, Reina Eduvinia, Iván José, Jessenia Marileth, Josefa de los Ángeles, Félix Pedro, Antonia Mariana, Ana, Sergio, Rubén, José, Marta. estuvieron acompañados por Cora, Pilar Rossana, Leticia, Guillermo Rodolfo, Irene Saúl, Tzitzi, Mateo, Stephanie, Lorena Rafael, Laura, Felipe, Olivia, Óscar, Francisco, Daniela, Miguel, Julio, Kesia, Felipe, Héctor, Fernanda, Roberto, Angélica, Luis, José, Sheccid, María Clara, Laura, César, entre otros bailarines y coreógrafos…juntos a todo al público que acudió esa noche.
La danza, las palabras, los rostros, las fotos colgadas en el pecho, las rosas, la cercanía, la distancia, la timidez, la emoción, el respeto, el escenario, el público, el dolor, la impotencia, el coraje, el llanto, la contención, la timidez, el abrazo, el abrazo profundo, el encuentro…
Fue un homenaje, una catarsis compartida, la gestación de preguntas, una reafirmación de sensibilidad hacia el otro, hacia los demás; un compromiso con nuestra propia realidad. Invariablemente, creo, nos dejó pensando y preguntándonos algo a muchos, o a todos.
Al salir, en los minutos y horas siguientes, nos alcanzaron tantas afirmaciones y preguntas desde los más variados orígenes y posiciones: “No estamos haciendo nada.” “¿Qué podemos hacer?” ¿Podemos cambiar algo realmente? “Siento impotencia”. “Me movieron el piso.” “¿Cómo puedo colaborar?” ¿Porqué decimos que no están solas si las estamos dejando solas? ¿Exhibir? ¿Revictimizar? “Hay que empezar a preparar algo para la próxima Caravana” , “Me dolió mucho”.
Y sí, nos dolió profundamente ver, constatar, escuchar de viva voz el dolor cotidiano de mujeres y hombres que se ven obligados a venir hasta México para contar sus historias, su dolor y su exigencia permanente de justicia, para encontrar a sus hijos, padres, hermanos; explicar la historia una y otra vez, varias veces al día, durante 19 días, en 30 localidades de 11 Estados. Es terrible que se hayan visto obligadas a ello, desde hace 12 años, por impunidad endémica, por falta de justicia y acompañamiento del Estado, aquí y en sus países; que se vean obligadas a tocar una y otra vez nuestras puertas para sensibilizar poco a poco con sus voces y ejemplo a una sociedad civil indignada, sensible, solidaria, pero tantas veces dolorosamente paralizada o confinada a los alcances del like.
Muchos lloramos. Muchos nos contuvimos peligrosamente. Muchos nos quedamos con la pregunta ¿Qué hacemos con el dolor?
Una madre nos da una clave: “El llanto no es debilidad. Es nuestra fortaleza”.
La contención, la fortaleza también puede ser frontera, puede convertirse en indiferencia, en la búsqueda paralizante del control, del aquí no pasa nada.
Quizá algo más aprendí esa noche, en la cual me di libertad a la emoción al tiempo que tomaba fotos y abrazaba a las madres: es difícil vivir y compartir el dolor conteniéndonos y controlándonos, congelando emociones que en realidad, como el llanto, son precisamente nuestras fortalezas. De ahí, que a diferencia de quién pudo ver el abrazo como un gesto formal e indiferente, esa noche, por la energía compartida, más bien me pareció el símbolo de una primera ruptura de fronteras, de nuestras propias fronteras, internas y externas.
Ayer, varias madres y acompañantes de la Caravana, nos contaron de su emoción, de lo “maravilloso” que fue para ellas, de lo “bello” e ”increíble” de la obra,; de lo difícil y duro que siempre, cada día, es digerir la temática por la cual transitan, la incertidumbre; que “fue un acercamiento sincero con el corazón y la emoción”. Reiteraron su agradecimiento “a los muchachos”, su agradecimiento a todos “por acompañarnos”.
Sin duda, otra cosa que aprendimos de la Caravana: la energía compartida, que para unos, desde la contención o la distancia, puede parecer efímera, formal o pasajera, para otros simplemente es vital, aliciente, fuerza, punto de apoyo. Así lo siento yo también.
Aquí, hoy nos queda una tarea: transformar el dolor… en danza, teatro, poema, interés, seguimiento, lectura, apertura de espacios, iniciativa, experiencias, acercamiento, apoyo, discusión, intercambio, búsqueda, voz, abrazo.
Desde acá, desde este registro de los andares de la migración y de la danza, ¡gracias! ¡Muchas gracias!, a unos y otros por el ejemplo, por las enseñanzas, por las búsquedas, por los puentes, por las iniciativas, por los esfuerzos, por la emoción; por cada paso, que por más pequeños y perfectibles que nos parezcan, son fundamentales.
Ricardo Ramírez Arriola
http://www.360gradosfoto.com
XII Caravana de Madres centroamericanas que buscan a sus Hijos desaparecidos en su tránsito por territorio mexicano.
«Buscamos vida en caminos de muerte»
https://movimientomigrantemesoamericano.org/
Travesía
Intérpretes: Daniela Carmona, Miguel Gamero, Julio Hernández, Kesia Herrera, Felipe Landa, Héctor Ortíz, Fernanda Salas, Roberto Solís, Angélica Treviño, Luis Ángel Cerón, José Jaimes, Sheccid Martínez, María Clara Rivarola, Laura Vargas, César Zarco.
Dirección: Laura Rocha
Coreógrafos: Laura Rocha, Francisco Illescas, Miguel Gamero.
Diseño de iluminación: Javier Rodríguez.
Edición musical: JMC
Producción: Barro Rojo A.C.
Homenaje de la Danza mexicana a la XII Caravana de Madres centroamericanas que buscan a sus Hijos desaparecidos en su tránsito por territorio mexicano.
Teatro Raúl Flores Canelo,
Centro Nacional de las Artes,
Ciudad de México, 26 de noviembre de 2016.
Fotos: Ricardo Ramírez Arriola
www.360gradosfoto.com
www.archivo360.com