Santa
Subimos al autobús de la línea “Santa”. Tres grandes letreros amarillos comparten el sentir del chofer: “Temor sólo a Dios”, “Si Dios quiere volveré”, “Sólo Dios sabe mi destino”
Inicia el viaje. El intento de dormir dura sólo unos cuatro minutos. La pesadilla inicia con “Hades. La vida después de la muerte”, una patética película mexicana de los años ochenta, a todo volumen. En otra bocina, en la parte posterior del autobús, suena al mismo tiempo “que no te perdono, que no te perdono, que no te perdono…” canción que se va entremezclando con los gritos de los actores que en ese momento se retuercen arrostizados en un infierno de utilería de cartón en la pantalla chica. Termina ese averno. Un suspiro que no llega a concluir. Empiezan los siguientes documentales “informativos”. Nuestros compañeros de viaje, principalmente señores indígenas que viajan con sus mercancías, están realmente concentrados en la televisión.
Suben el volumen. El calor acentúa el olor a insecticida. Los vidrios están empañados, pero piden no abrir ninguna ventanilla por el frío exterior. Dormir ya es una misión imposible. “…Fuerzas malignas. Es la Voz… ¿Deseas regresar? Dios es la luz y no es oscuridad. Él puede ver todo. Sí, lo siento, puedo sentirme aceptado. He fornicado, me he drogado y Dios lo sabía, pero me puede dar una bienvenida radiante si me arrepiento… Toda su cara está llena de luz, por eso no lo puedo ver. Su luz me lastima los ojos… Luz, luz, luz. Es asombroso, es como las aguas cristalinas. ¿No es el paraíso? ¿He llegado a casa? Ven, es simple ir al cielo. Usted decide: la oscuridad de las tinieblas o el cielo. No hay nada más revelador y verdadero que los testimonios que te vamos a presentar…”
“Eternal Productions presenta: La recta final». «¡No quiero ir al infierno! ¡Nooo! ¡No quiero morir para siempre! ¡Nooo! Por favor toma mi vida. ¡Perdóname! ¡Perdóname! ¡Perdóname! ¡Gloria al Señor! Sabía que tú te salvarías. Yo también di mi vida a Cristo… Jesús te salvó. Estás confundido pero Dios te va a llamar como a mí me llamó. El Pastor vendrá. Sólo hay que orar. Dios tendrá que hacer lo que tenga que hacer. Dios obra de manera misteriosa, no importa el problema. Dios creó al hombre y a la mujer para el matrimonio. Ya no puedes amar como antes, ahora sólo como la Biblia dice. Dios tiene todo el control. Dios es el que da y el que quita. Tu nada puedes hacer. Tienes la enfermedad llamada pecado y ¡cuidado! se la transmitirás a una nueva creatura. Inclínate ante mi Dios. Gracias Jesús por traer a alguien más al rebaño. No hay que quebrantar a Jesús y sus leyes. ¡Por favor resiste! ¡Dios tiene el control! Ahora está en tus manos. Jesús te ama. Recuerda el sufrimiento eterno. Naciste en pecado. Sólo hay un mecánico, único, que puede repararte, y es gratis. Cuando el alma deja el cuerpo de inmediato está frente a Dios, si puedes entrarás al Reino de los Cielos; si no, pasarás la eternidad en el infierno… ¡Señor perdón! ¡Por favor perdóname! Jesús les dijo ¡yo soy el camino!”
Tres segundos de pausa… “HCCN presenta: Un viaje al infierno.” “Hermanitas, quisiera que me acompañaran a la iglesia. Bueno, les dejaré una tarea. Respondan una sola pregunta: ¿Dónde pasarán la eternidad? ¿En el paraíso o en el infierno?”
Cinco horas. Una eternidad.
Una interesante estrategia de «comunicación».
Alcanzamos la medianoche. Ya casi llegamos a nuestro destino y prometemos no convertirnos en pasajeros frecuentes de esta línea de autobuses.
De improviso, cambia la programación. ¿Un error? Violencia desenfrenada. Explosiones, sangre, desnudos… ¿Qué pasó? Al parecer, incluso en este autobús de «Santa», la oscuridad dio paso a otras pasiones.
Cuenca-Riobamba, Ecuador, 20 de febrero de 2013.